-``¿Quién era ese chico y por qué le besaste?´´
¡Era lo que me faltaba!¡Un ataque de celos de un loco que me acosa con post-its! ¿Y qué sería lo siguiente? ¿Amenazarme? Por un segundo me sentí fatal, ¿él no sería capaz de herirme?¿no?, yo le gustaba, ¿cómo iba a hacer algo que me alejase de él? Aunque, este es el tipo de cosa que me alejaría de algo, la verdad es que el chico no atinaba muy bien si pretendía llamar mi atención. ¡Por un momento lo había olvidado! Si él me dejó la nota, entonces yo estaba en lo cierto y él estaba allí, además debió estar muy cerca para meterla en mi bolso y que yo no me enterase. Era ya domingo y mañana volvería a verle. Me aterró la idea de tener cerca a ese psicópata. Creo que él me daba miedo, pero mucho más miedo del que te provocaría por si sola la idea de alguien acosándote. Sentía que había sido yo la que le había abierto la puerta, como los vampiros que no entran si no tienen tu permiso para hacerlo, y yo había caído. Ahora cuando aparecía un nuevo post-it creo que me resignaba, pensaba que era algo que tenía merecido por meter a cualquiera en mi cama. Un día, estaba claro, que me encontraría con alguien a quién no le haría gracia mi uso de los tíos, y me fui a encontrar con el peor. Pensé mucho, pensé cual era el objetivo real de toda esta pesadilla, ¿pretendía meterme el miedo en el cuerpo, que me sintiese perseguida y aprendiese a no jugar con los sentimientos de los demás? ¿Quizá quería llegar a mí? Las notas anteriores no suponían ninguna amenaza, pero ésta había despertado en mí una alerta, ya no parecía que hubiese flirteo sino una relación obsesiva en su mente.
El móvil comenzó a sonar y vibrar encima de mi cama y me despertó de golpe de mis pensamientos. Era Inés.
-¡Hola!
-¡Hola! ¿Qué tal te encuentras?¿Estás ya mejor? Perdona todo lo que pasó ayer, pensé que me estabas tomando el pelo para irte para casa y yo acababa de conocer a mi media naranja. Cuando vi que Javi se iba contigo creí que ya te habías salido del todo con la tuya pero he sido muy egoísta, Javi me contó cómo estabas y de verdad que lo siento.
-¿Tu media naranja?-No puse sino reírme porque realmente no pensaba enfadarme con Inés y me encantaban sus historias de medias naranjas y príncipes azules, porque luego todos son ranas y la dejan plantada demasiado pronto.
-Sí, Tú no lo has visto, es el chico perfecto de los pies a la cabeza, vino hace tiempo conmigo a karate pero duró poquito en mi escuela porque se mudó y ahora es brillante estudiante de medicina.
-A ver y cuéntame, ¿dónde está la perfección de este?
-Es que no tiene comparación con ninguno de los otros. Es guapo, amable, divertido, sincero, con un gran corazón y muy maduro.
-¿Y cómo sabes todo eso ya? ¿Le hiciste un test de personalidad?
-Se le ve en los ojos.
No pude evitar reírme a carcajadas, a mí y a ella nos debieron de crear con el molde contrario. No entiendo cómo alguien de su edad puede llegar a una ingenuidad tal, aunque ella tampoco entienda cómo yo puedo llegar a mi frialdad, pero bueno. En medio de mis risas me cortó de golpe.
-Cielo, ¿no te habrás aprovechado de mi primo, no?
-Tu primo ya tiene edad para que no le llames a eso ``aprovecharse´´
-¡Dios! ¡Te mato!
-¡Que no tonta! No he tenido nada con tu primo, él tiene novia desde hace tiempo y está muy feliz con ella.
-¿En serio? ¡No me había dicho nada! ¡Cómo me alegro! Y perdona por dudar de ti, es que él no me dejó nada claro y yo lo malinterpreté todo.
-¿Qué no te dejó nada claro? Pues no sé por qué porque no tenemos nada que ocultar.
-¿Seguro?
-¡Que sí Ines!
-Bueno, chica, te tengo que dejar porque estamos de charla por el móvil y vivimos a dos metros la una de la otra.
-Es verdad.
-Anda, vente a comer y así nos despedimos, ¿a qué hora te vas hoy?
-Después de comer, sobre las cuatro o así cogeré el bus que no me puedo permitir llegar tarde a casa hoy.
-Bueno, pues vente cuando quieras.
-Ok, ¡chao besitos!
Me puse a hacer la maleta a todo correr para estar preparada para ir para casa de Inés y luego volver a coger la maleta e ir directamente a coger el bus. Metí todo amontonado y me di cuenta de que estaba nerviosa, no sé si era por la historia de Inés, que solía contagiarme su entusiasmo, por el misterio que le puso Javi al hecho de que hubiera o no algo entre nosotros, o porque mañana debía volver a las clases. Acabé rápido y bajé abajo a recoger mi bufanda y un par de cosas que tenía en el colgador de la entrada. Cuando llegué a él vi a mi padre tumbado en el sofá adormilado viendo un programa que odia.
-Papá, ¿qué haces?
-Veo la televisión
-Odias ese programa.
-Es verdad, es que no estaba mirando.
-Pero, ¿no estabas viendo la tele?
-Estaba pensando hija. Y dile a tus amigos que no bajen por el árbol del jardín, un día se caerán y tendremos un problema, ¿para qué tenemos escaleras?
-Papá, ¡eres imposible! Vive esta vida si es lo que quieres, pero mamá no lo permitiría. Me voy a comer a casa de Inés, y luego cojo un bus-Me enfadé porque ya no hacía nada, porque se había cansado de vivir y ya no era padre ni era persona.
Subí arriba, metí lo que me faltaba en la maleta y me fui. Llegué a casa de Inés muy enfadada.
Subí arriba, metí lo que me faltaba en la maleta y me fui. Llegué a casa de Inés muy enfadada.
-No puedo con él, Inés, no puedo. Él no hace nada por tener otro tipo de vida y yo no puedo hacerlo todo. Sólo quiero que sea feliz y él ya no es padre, ni amigo, ni compañero, solo es un alma en pena condenada a vivir. ¿Cómo puedo desaprovechar así su vida? Mamá acabó con su vida, ¿por qué tiene que tirar él también la suya?