Quizá él tenía razón, solo había sido un pequeño tropezón, un error que no hubiera cometido sin cerveza, peli cutre e historia interminable. En medio del abrazo el me habló al oído.
-Oye, no te preocupes, ¿vale? Estás preciosa y en otra situación quizá yo también podría haber confundido esto.
Me dio un besazo en la frente y yo le die la razón con la cabeza, después de todo, creía ciegamente que tenía razón. Inmediatamente después me agarró como un saco de patatas y me metió justo delante de la gran máquina que escupía la espuma. En diez segundos estaba completamente empapada y tenía espuma por todos lados. Luego me agarró por la muñeca y comenzó a moverme con la intención de que bailase con él. Yo me sentía mejor, y bueno, sí me apetecía bailar. En medio de una canción me acercó a él y me abrazó, llevábamos ya bastante tiempo bailando y yo apoyé la cabeza su hombre tratando de recuperar un poco de aire cuando de repente ocurrió lo increíble, vi a alguien , a un chico, era Él.
-¡Está aquí! ¡Qué hace aquí! ¿Cómo me ha encontrado?- Gritaba pero mis voces no se alzaban por encima de la música, nadie miraba para mí, sólo Javi- ¡Javi! ¿Cómo sabía que estaba yo aquí? ¿Qué quiere de mí? ¡Que me deje en paz!- Mi cara era la imagen del miedo, alguna copa entre baile y baile y la sorpresa de haberlo visto allí impidió a mi razonamiento hacer una conclusión más acertada. La discoteca empezó a girar en mi mente y entre la espuma y las luces el mareo iba in crescendo. Javi me zarandeaba y al ver que no conseguí seguir sus órdenes y respirar tranquila optó por sentarme y llamar a gritos a Inés.
Inés apareció a los pocos minutos un poco apurada por el susto.
-¿Qué te pasa cielo?
-Él está aquí Inés, me ha encontrado, me ha buscado, está aquí, persiguiéndome.
-¿Quién cielo? ¿Quién te persigue?
-Es él, él me hace daño en mis sueños.
-¡Dios mío! ¿Qué dices?
Creo que en ese momento exacto Inés dejó de dirigirse a mí, no era necesario, pensó en una mala borrachera como la de la noche anterior.
-Javi, ¿ha vomitado?
-No, ha bebido poco y hasta hace un momento estaba genial.
-Pues le habrá sentado mal, yo que sé.
Ni Inés me creía, nadie lo entendía, me sentía una loca, ellos me hacían sentir una loca, ¡yo sabía lo que había visto! Me sentía tan sola que me puse a llorar.
-¿Pero, por qué lloras?-Inés no parecía comprensiva, ni dulce, solo cansada de mi mala digestión del alcohol.
-Él quiere hacerme daño y a vosotros no os importa.
-¿Sabes? Creo que vamos a irnos para casa, te vas a meter en casa y te vas a sentir mejor-Javi, sin embargo, parecía más amable, aunque solo fuese por miedo a que me pusiese peor.
Cogimos un taxi y del camino no recuerdo mucho, solo imágenes rápidas y borrosas porque el llanto no se apagaba y las lágrimas no me dejaban ver nada.
En taxi nos dejó en la puerta de mi casa y cuando salimos Javi me miró a la cara preocupado, secó las lagrimás que no dejaban de brotar de mis ojos y me abrazó.
-No sé qué te pasa, no sé quién te persigue ni qué hacía allí pero no estás bien, ¿quieres que te llevemos a que te vea un médico?
-Javi, no necesito un médico.
-Javi, no necesita un médico, necesita dormir y mañana se encontrará mejor-A Inés le debía de haber cortado la fiesta porque no estaba muy simpática y Javi parecía no estar de acuerdo con ella.
-Inés, vate para casa, yo voy a acompañarla a su casa y ver que se queda tranquila.
De la mano entramos en mi casa y me llevó hasta mi habitación, yo fui al baño y me puse el pijama mientras él me esperaba sentado en la cama. Estaba en la fase en la que ya no caían muchas lágrimas de mis ojos pero mi respiración era muy agitada. Me metí entre las sábanas y él me miraba con una expresión casi paternal. Entre sollozo y sollozo murmuré:
-Javi, tengo miedo, quédate conmigo.
-¡Shh! Duérmete tonta, que yo voy a estar aquí protegiéndote.
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