En cuanto entramos apagué la luz y le besé de la manera más apasionada que pude para que no le quedasen ganas ni de ver la casa ni de tomar una copa. La verdad es que no había escogido un buen hombre pare evitarme soñar porque en media hora el ya estaba entrando en un sueño profundo y yo, muy enfadada, me resigné a hacer lo mismo.
En cuanto cerré los ojos pude ver el salón de la casa de mi padre, allí estaba, sobre la mesita la foto de mi madre, y sobre la chimenea, una foto de los tres las navidades que mi madre murió. Todo estaba igual que la última vez que estuve allí, tan igual que me sorprendió, incluso estaba el tazón de leche que yo había dejado del desayuno, antes de irme. Llamé a mi padre, me extrañó que después de tanto tiempo él no lo hubiese recogido. Lo llamé y llamé pero no aparecía, aunque de repente escuché un ruido. Me giré esperando verlo con su sonrisa dulce y su mirada tranquila pero el que estaba allí no era él sino el pesado de los apuntes, al que había llamado Isaac aunque desconocía su nombre verdadero.
-Por favor no me hagas daño de nuevo, prometo hacer lo que tú quieras.
Él no dijo nada, al igual que en el otro sueño, él parecía estar muy lejos, su cuerpo estaba movido por el odio que hoy aún parecía más grande que ayer. Cuando se acercaba a mi cogió el marco con la foto de mi familia y la rompió en mil pedazos. En ese momento lloré, lloré muchísimo. Ayer simplemente había gritado y había tratado de defenderme pero al ver esa foto que tanto significaba para mí destrozada no pude sino llorar.
-Por favor, déjame irme, no podré quererte nunca sino dejas de hacerme daño.
No me dio tiempo a acabar la última palabra y él ya estaba sobre mí, lo último que recuerdo es su mirada llena de odio y venganza, luego desperté gritando.
-¡Quieta, quieta! No pasa nada, yo estoy aquí- El chico de ayer me abrazaba y besaba en el pelo mientras susurraba un ``shhhh´´ muy bajito.- ¿Qué ha pasado?¿ Una pesadilla?¿Gritabas mucho?
-¡Vete! ¡Vete ahora mismo y no vuelvas! – Sentí que con él descargaba todo el odio que había acumulado en mi larga pesadilla. Él era el que no había sabido mantenerme despierta, él había provocado que de nuevo Isaac volviese a hacerme daño y luego intentó solucionarlo, pero ya era tarde.
El chico cogió sus cosas y se apresuró a salir de la habitación.
-¡Estás completamente loca! Yo no te he hecho nada.
Desde la habitación grité con muchísima rabia.
-¡Eso es exactamente lo que has hecho: NADA!
Él se debió de sentir completamente insultado porque unos segundos más tarde se oyó el portazo que lo situaba fuera ya de mi casa.
No podía pensar en otra cosa que en la horrible pesadilla, me sentía mucho peor que la mañana anterior, no quería seguir durmiendo, solo salir de aquella cama y ocupar mi mente de algún modo. Me dispuse a coger mi móvil para llamar a Sonia y que me entretuviese con los cotilleos de la fiesta. No encontraba mi móvil hasta que recordé que aún debía estar en mi bolso y cuando metí la mano en él encontré un papel. Era un maldito post- it con la misma letra estirada y grácil que decía: ``¿ Era el vestido de la primera cena de clase? Te sienta bien´´
No podía creerlo, nadie se había dado cuenta, ni siquiera sus amigas. Odiaba ese vestido y le había cortado las mangas, le había hecho un bonito escote palabra de honor y lo había acortado bastante. El cambio era considerable le costaba creer que se pudiese haber dado cuenta del detalle él solo.
Empecé a pensar que el chico estaba loco,¿ por qué me acosaba de esa manera? Aunque pensándolo bien, quizá era yo la loca, él solo me había dejado dos notas intentando parecer agradable y la que soñaba cosas horribles era yo. La verdad es que no quería volver a verlo, ahora gracias a Dios aun quedaba un largo fin de semana para huir de todos los problemas que últimamente me sobrevolaban. Este fin de semana, planeé ir a visitar a mi padre, mi padre era un hombre solitario desde la muerte de mi madre pero aun conservaba la calidez de la que antes hacía gala.
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